viernes, 30 de marzo de 2012

El fenómeno entre dos luces



Inmersos como estamos en la Sociedad del Espectáculo y para comprender que es ser espectador/a, en una sociedad mayormente mediática, Ramón Ignacio Correa, en su libro Imagen y control social. Manifiesto por una mirada insurgente. Icaria, 2011, nos introduce en un concepto que, aunque me es familiar, no había reflexionado hasta ahora es "el fenómeno entre dos luces". Lo primero que me sugirió es ambigüedad, y después leyendo más a fondo..., "los psicólogos se refieren a él como, las experiencias que se sitúan en una posición intermedia entre la conciencia y el inconsciente, entre lo primitivo y lo evolucionado, entre lo racional y lo racional, entre lo real y lo irreal", por ejemplo, los sueños, las ilusiones, la fantasía, las narraciones humorísticas, la poesía, el arte...Algunas de sus características son la paradoja, que son regresivos, en el sentido de que llevan implícito un contenido infantil y nos devuelven en cierto modo, al estado psicológico de la niñez, tienen una función modeladora, pues en el caso del cine y la televisión, como fábricas de sueños, también "fabrican la personalidad", la simbolización, "la construcción de sentido y valor" que realizamos "es el resultado de una asociación, de transferencias emotivas, por similitud o por contigüidad". En las experiencias que vivimos entre dos luces, afloran nuestros miedos, deseos, los impulsos, las esperanzas y se situan frontalmente frente a las experiencias que vivimos desde la racionalidad y la conciencia. La experiencia de ser espectador/a frente al cine y los medios de masas audiovisuales, también es un fenómeno entre dos luces, es ahí donde "generamos parte de nuestras convicciones, actitudes y valores. ¿Quién no ha ido al cine y se ha identificado con un personaje bondadoso y guapo, y rechazado a  otro malvado o repelente? o  en algún momento ¿ No hemos anhelado ser como el héroe o la heroína? y despreciamos al villano, porque rechazamos los sentimientos negativos en nosotros mismos?. O al revés nos cae simpático el malvado y admiramos la picaresca del ladrón o del estafador. Al fin y al cabo el fenómeno entre dos luces vivenciado a través del cine o la televisión, nos permite entre otras cosas sentir emociones reprimidas o insatisfechas.

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